Cuando le dije a mis amigos y familiares hace un par de años que quería irme a Estados Unidos a estudiar, las reacciones fueron bastante diversas. Algunos me creían, otros no, y la verdad no los culpo: en mi país, la idea de irse a estudiar al extranjero suena como un lujo inalcanzable, un privilegio solamente disponible para los chicos de las familias más adineradas.

La oferta de empresas en el Perú que se promocionan como la única opción real para ser aceptado a una universidad estadounidense, cobrando cantidades absurdamente altas de dinero para asegurarte tu meta soñada, contribuyen a esta idea de que hay que venir de una familia “pituca” (así le decimos en mi país a las personas con más dinero) para tener siquiera la más mínima chance de ingresar.

Durante un tiempo, yo misma creía en esa idea. Recuerdo claramente los momentos de miedo, de pánico, y de desilusión que sentí mientras seguía el proceso de admisión por mi cuenta. Después de escudriñar hasta los espacios más recónditos de Internet y prácticamente no encontrar historias como la mía, al contrario, encontrando varios testimonios del reto que puede suponer entrar a una universidad americana viniendo de otro país, debo admitir que hubo un tiempo en el que perdí la fe. ¿Valdría la pena todo este tiempo que estoy invirtiendo, todo el esfuerzo que mi familia y yo estamos haciendo? ¿Será suficiente?

¿Yo, soy suficiente?

Todas esas preguntas rondaban por mi mente sin cesar, como un zumbido ruidoso, terriblemente molesto y deprimente, que casi logró que desistiera y dejase el sueño ahí.

Si eres un estudiante internacional considerando la posibilidad de postular a una universidad americana, probablemente sientas ese mismo zumbido de incertidumbre y miedo dentro tuyo.

Pero hoy, como alguien que completó el proceso por su cuenta, te aseguro que lograrlo es posible, y que hay muchísimas razones por las que definitivamente vale la pena al menos intentarlo. Para comenzar, es innegable que la oferta académica y profesional en Estados Unidos es una de las más enriquecedoras del mundo, si no la mejor de todas. Por otro lado, además del gran crecimiento que recibirás como estudiante, el sistema residencial que forma parte de prácticamente todas las universidades americanas te ayudará a ser más independiente, más responsable, e incluso una mejor persona, más tolerante y respetuosa.

Claro que, como con cualquier decisión importante que tomamos en nuestras vidas, es importante reconocer que también te encontrarás con ciertos desafíos: vivir lejos de tus seres queridos y adaptarte a una nueva sociedad no es sencillo. Sin embargo, si eres de esas personas que siempre buscan mejorar y crecer, te darás cuenta de que es un reto que vale la pena enfrentar. Es más: si eliges verlo por el lado positivo, encontrarás que la experiencia de exponerte a otra cultura y a una institución con perspectiva global será increíblemente valiosa y gratificante.

Si estás considerando aplicar a la universidad en Estados Unidos desde el extranjero, un buen primer paso es realizar una breve investigación con tu nuevo mejor amigo, San Google, para saber todo lo que necesitarás enviar y rellenar (por suerte, los componentes de la aplicación casi no varían entre las distintas universidades), y luego conversar con tu familia sobre tu idea. Al fin y al cabo, no pierdes nada intentándolo.

Pero si logras irte a estudiar allá, ten por seguro que tu preparación académica y profesional, así como tu futuro, habrán cambiado para siempre.

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